Ya no sirven como antes los aplausos y reconocimientos, gracias por las gracias y perdón por mis perdones, pero esto de escribir, se ha vuelto un abismo que refleja mi interior, del que nunca me sentí incómodo como ahora y no es fácil describir una idea como quiero que la entiendas, sólo me resta caminar y tomarlo como viene, pero aún descalzo, piso firme sobre suelos tambaleantes.
Letras digitales publicadas sobre hojas de internet, al alcance de juiciosos personajes sin identidad, estimulan críticas de lectores demeritando arte ajeno por debajo del egocentrismo y complejos de inferioridad.
Vida aunada a la muerte diariamente exprimentada, profesa el futuro conocido, del morir sin vida.
Aferrarse al gusto por lo deseado, demanda venderse a la mediocridad para no crear inversiones, sino producción bruta y barata, apagando el fuego extinto de esperanza.
La creación de una historia sobre el camino de la pluma que la plasma, adelantandose a la crónica no escrita, pero planeada y que muchas veces resulta ser contradictoria, fría y ansiosa, es como querer gozar lo que el viento nunca se llevó, pero no esta presente.
Dolores físicos mezclando depresión sentimental, erosionan con apatía la trascendencia del arte hacia la impotencia.
Romeos y poetas alcohólicos rayando notas acuosas, contando historias de pobreza a oídos burgueses sin esmero en comprensión, lanzan desgarres de conciencia gritando y exigiendo el derecho a vivir, sin poder dejar de comprar su libertad.
El miedo a la soledad o incomprensión, que irónicamente la hemos vivido hasta ahora, todos y cada uno de ellos, incluyendome, no es más que querer seguir soñando un sueño, cuando se ha enfriado ya el lecho que lo ha concebido y destruido, como la soledad de Soledad, que no busca compañía, sino su propia identidad y realidad sin derredor.
Ultimamente he sentido impresiones de necesidad y carencia, creando quejas artísticas conllevando éxitos retardados ahora inecesarios.
Sólo veo cocainómanos decidiendo destinos de terceros sobre escritorios de caoba, platino y marfíl, destellos de sombras con el rocío de incetidumbre, crean una ligera atmósfera en el bullicio de proletarios eligiendo diligentes cocainómanos, soñando despertar iluciones rotas.
Esperanza ahora no tiene más que el nombre, como una palabra sin sentido, de tanto repetirla y esperanzada a no perderla.
El llanto de Dolores, llena de suspiros a cualquier escucha, que percibe el adolecer de su semejante, lo identifica y lo mece en muecas hipócritas, y hasta ora por sus penas, pero ajeno a su sentir.
Quejarse no ha servido de nada, ahora nisiquiera es expresión, sólo lástima y pena ajena.
Escribir no es una herramineta ni un producto, es un expresivo proceso artístico en vías de infinito desarrollo.
Clases de drogas
9 years ago